martes, 15 de febrero de 2011

la muerte no existe II

Una hora marcada para Morir.
Todos tenemos un destino, que es parte de la programación que dispone cuando naces y cuando te vas. Pero se puede modificar. Todo puede variar dependiendo del nivel de conciencia que desarrolles y de cómo enfrentes la vida. Por ejemplo: un suicida puede morir antes de la fecha que estaba prevista, renunciando con ello a la oportunidad que le daba la vida para crecer y evolucionar. Esto es, que no estaba previsto que se suicidara. Esa fue su opción.
Y lo más seguro es que lo hiciera mucho tiempo antes de la fecha que se había dispuesto para su partida. Otro ejemplo: una persona que esta tratando de cambiar y de ser mejor, ó alguien muy comprometido con el amor y el servicio a los demás, llega a  morir. Pero en el momento del tránsito ve asomarse a través de un túnel de luz, a un ser celestial o a un pariente que le inspira confianza, que le hace saber que se le va a   prolongar el plazo, terminando por vivir unos años más por cuanto lo estaba haciendo bien. En ese mismo momento, la persona increíblemente es recuperada por los médicos, que ya la daban por perdida.
No hay nada definitivo. Por eso es que existe libre albedrío, para demorarnos más o menos en hacer lo que debemos hacer, creciendo y madurando en conciencia.  Pero ¿a qué podría deberse el gran temor que se le tiene a la muerte?  A la ignorancia y al olvido del que somos víctimas, por haber olvidado las leyes universales, entre ellas la de Causa-efecto, y también nuestro proceso individual. Por ello es importante que nos esforcemos en profundizar el autoconocimiento, y con ello recordemos que la muerte es una vieja conocida, y amiga, no enemiga, de la que hemos aprendido mucho y muchas veces.
No hay nada que temer… Nada llega antes si uno no lo busca. Pero si nos comprometemos en darle sentido a la vida, nuestra labor no será desaprovechada por las jerarquías superiores, y  durará todo lo necesario para cumplir su objetivo que es nuestra realización progresiva.
La Muerte es como el   examen a final de curso. Si uno ha estudiado, será algo fácil, sencillo, nada complicado, tendremos unas lindas vacaciones y estaremos mejor preparados para el próximo año. Pero si uno no estudió durante el periodo que correspondía, lo más seguro es que saldrá desaprobado y tendrá que repetir el grado.
Como el tiempo realmente no existe y más bien está sujeto a formas mentales, dependiendo de la dimensión de conciencia que se ha venido obteniendo producto de la mejor o peor respuesta que hemos dado  a los estímulos externos e internos, una mayor o menor vibración es interpretada por  los Guardianes del Destino, como base para establecer el tiempo de vida de alguien, el espacio de vida temporal necesarios para que transcurran y se den las circunstancias adecuadas como para que dicha persona pueda crear a su alrededor la ambientación  propicia  para conocerse a sí  misma y superarse.
Si la persona no se da ella misma la oportunidad, y más bien la desaprovecha, tendrá que volver una y otra vez bajo circunstancias similares, pero quizás cada vez tenga menos tiempo para lograr lo mismo; o se le exija más en períodos más cortos.
No depende de la cantidad de años el valor de una existencia, sino de la calidad y riqueza de dicha existencia. La existencia es tanto más valiosa, cuanto más útil sea para los demás.
Todo en la vida es dual, y depende cómo uno la enfrente para que se oriente hacia lo constructivo o lo destructivo. Todo en la vida es una cuestión de actitud. Lo que para una persona pueden ser grandes trabas y limitaciones para otro puede ser un reto o una gran oportunidad parta desarrollar sus capacidades.
Si bien es cierto que todo depende de la actitud frente a las cosas, no podemos negar algo que es un hecho en el universo: la ley de Causa y Efecto. Esta ley nos enseña que por cada acto, palabra o pensamiento positivo o negativo generaremos una reacción alrededor nuestro, que en su momento se manifestará como consecuencia. Esto es lo mismo que decir: “uno cosecha lo que siembra, tanto en ésta como en las demás existencias”… Por eso en vuestras escrituras sagradas se dice: “Has con otros cómo quisieras que hicieran contigo, y no hagas a otros lo que no  quieras que hagan  contigo”.
Tomemos como  analogía una escuela. Hay ocasiones que en determinado curso coincidimos en el mismo salón de clases con determinados alumnos como compañeros o compañeras, y con tal o cual profesor. Eso no es producto de la casualidad. Se puede explicar de muchas formas, como por ejemplo: que proceden de un mismo estrato social y económico; que son vecinos o viven en una zona adyacente; que  ingresaron  en la misma época a esa casa de estudios; o que comparten afinidad de intereses; o que están siguiendo la misma carrera para realizar lo mismo en la vida, etc.
Así como  el destino o karma debe entenderse como un proceso de aprendizaje, así también la enseñanza nos dice que no existe posibilidad de crecer internamente sino es a través de los demás.
Cada persona a nuestro alrededor, tanto más cercana o más lejana es como un maestro para vosotros, tanto de lo bueno como de lo malo. Debemos estar atentos para extraer la mejor enseñanza de nuestras relaciones humanas.
Debemos de estar abiertos a aprender de todo y de todos, pero sin que esto signifique darles oportunidad a los demás como para que nos hagan daño. Nuestros parientes no están a nuestro alrededor para perjudicarnos o para hacernos la vida imposible, sino para fortalecernos y a la vez para crecer juntos; superándonos cada día. Nadie está a nuestro lado para estorbarlos sino para que aprendamos de ella y a la vez le enseñemos.

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