jueves, 14 de agosto de 2014

Iniciar la práctica espiritual



Iniciar un trabajo espiritual no es sencillo, principalmente para quienes tienen hábitos arraigados en sus trabajos, hogares, con sus familiares, amigos y formas de entretenimiento.

La búsqueda inicial se topa con tropiezos derivados de la deseperación, en caso de estar buscando salidas urgentes a una crisis; o de la falta de constancia, si comenzamos por curiosidad o satisfacer deseos momentáneos, caprichos, o si solamente estamos siguiendo a otros o siguiendo una moda.


La situación puede ser urgente o no. En el caso de las emergencias, la misma ansiedad se convierte en motor o en obstáculo, si en ella se mezcla la duda y la incredulidad.

En el caso de que no haya una urgencia, igualmente la ambiguedad, la dispersión o la falta de fe provocan el abandono de lo que se inicia.

En ambas situaciones la clave es la perseverancia. Quien comienza a buscar ayuda en el camino espiritual debe entender que si no persevera, no se logra nada, o lo que se logra se va rápido. "Lo que fácil viene, fácil se va".

¿Eso significa que tengo que dedicarme? Sí, hay que dedicarse. Es necesario tomar un tiempo para hacer un poco de meditación y oración, llegar a la instrospección,  tomar un cuaderno, anotar lo que experimentamos, y esforzarse por  poner  atención consciente en lo que pensamos, sentimos y hacemos.

Eso no significa que se deben olvidar las responsabilidades diarias, pero sí requiere abrir un espacio para la meditación, la autoreflexión, la lectura, la oración.



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