lunes, 27 de enero de 2014

El camino hacia el más allá:



Los estudios han demostrado que, en el estado de muerte clínica, las experiencias vividas en el otro mundo pasan por distintas etapas. En un primer momento el hombre no se da cuenta de manera inmediata que ha muerto, se da cuenta de esto, recién cuando ve su propio cuerpo tendiendo sin vida bajo de sí y cuando no puede comunicarse con el mundo material, al cual pertenecía minutos antes. Es este el momento justo en que entiende que su alma, ha dejado el cuerpo.
El reconocimiento de su doble, muchas veces, no es inmediato y el alma se resiste a creer que ya pasó al plano astral. Cuando la muerte es instantánea, como en el caso de los accidentes, la separación del cuerpo es súbita. Esta experiencia de falta de comunicación y de doble visión, hacen que el alma entre en un estado de duda, no sabe si esta viviendo un sueño o esta observando la realidad.
Las personas que han pasado por una muerte clínica temporal, han asegurado que todas y cada una de sus capacidades mentales y de sus sentidos, se han conservado intactas. Algunos, inclusive manifestaron que su oído y su vista se agudizaron, que han recordado momentos perdidos, ya que la mente se aclara, y es mucho mas nítido el pensamiento. Otras habiendo perdido sus facultades, sienten que las han recuperado. Hay testimonios de personas ciegas, que aseguran haber visto o a sordos haber oído, durante la muerte clínica. Estos sentidos se vuelven a perder una vez que se recupera el cuerpo. Los datos recopilados por los médicos que han reanimado a estas personas fueron de gran utilidad para los médicos psiquiatras y para los que se encargan de estudiar los procesos químicos-eléctricos del cerebro.
Si bien normalmente la muerte es producto de la enfermedad, del sufrimiento y la agonía, cuando el alma abandona el cuerpo, ya no siente dolor, ni ahogos, percibe pensamientos claros y sus sentidos están calmos. El espíritu se prepara para iniciar una nueva existencia, y se despide de su vida terrenal y de su forma material. Como se mantienen intactos sus sentimientos terrenales, lo único que preocupa es el amor por aquellas personas que se conocieron en vida. La personalidad del individuo llegará al nuevo mundo tal cual salió del viejo, ya que no se producen cambios importantes. El pasaje al mundo espiritual ha sido descrito por las personas que regresaron, como un espacio oscuro, parecido a un túnel. En el final de ese túnel se encuentra un lugar lleno de luz, la luz supraterrenal. Todas las descripciones de las personas que han pasado por estas experiencias, concuerdan con la sensación de pasar por un túnel y por una hermosa conmoción, cuando se alcanza la luz final. Resulta también muy difícil explicar la espectacularidad de esa luz, ya que no es igual a otra y no genera sombras.
A su vez esa luz es considerada como un ángel o como el mismo Jesucristo, por las personas piadosas o creyentes. La comunicación desde esa luz se hace a través del pensamiento, sin emitir palabra alguna.
Si bien la luz concede todo, realiza una especie de demanda hacia el alma, para recordar lo realizado en vida. Por eso las imágenes de las acciones realizadas en la vida terrenal, desde la más tierna infancia, reviviendo y revalorizando toda la existencia sobre la tierra, pasan por delante de los ojos del hombre. Todo esto demuestra porque las personas que pasaron por esta experiencia y han regresado, cambiaron radicalmente sus actitudes frente a las otras personas. Durante esta experiencia, el hombre puede juzgarse a sí mismo, viéndose tal cual es, ya que revé todos sus actos. Aquellas personas que durante su vida hayan hecho actos de maldad y de egoísmo, serán reprendidos por su propia conciencia, sentirán en su propia carne el dolor que han causado y será el principio de su tormento.
Es muy difícil describir ese mundo nuevo al que se ha llegado. Cuentan los que regresaron de él, que no existen las distancias como en este mundo y algunos afirman que se puede ir de un lugar a otro con solo pensarlo. A pesar que muchas veces no se puede contar con palabras este mundo espiritual, algunos relatos los describen como un lugar de prados y colinas, con plantas de vivos colores que no existen en la tierra. Muchas de las personas que mueren, no pueden reconocer que ese cuerpo etéreo son ellos mismos, esto se debe a que el alma no siempre tiene el mismo aspecto que el cuerpo, los adultos pueden verse como si estuvieran en su primera infancia, y los niños pueden verse como adultos. Otras afirmaciones indican, que personas que habían perdido sus miembros a causa de algún accidente o enfermedad, los habían recuperado como seres incorpóreos.
Durante el viaje hacia al más allá, el alma del ser humano se podrá encontrar con los seres queridos que ya hayan abandonado este mundo. Algunos cuentan que después de elevarse, se encontraron con los parientes cercanos, quienes los saludaban y mostraban su felicidad al verlos. Como las almas tienden a atraerse, es común, que en el otro mundo, el alma se encuentre con aquellas que fueron afines. Hay que tener en cuenta que los encuentros de las almas no es considerada como una regla, ya que hay personas que no encontraron a nadie, pero sí, sintieron presencias cercanas.
En ocasiones el recién fallecido tiene la opción de elegir donde quedarse, las que decidieron regresar al mundo terrenal fue porque sintieron la necesidad de terminar algo o de dar algo más a sus seres queridos, algunos de los que estaban deseosos de quedarse, recibieron la orden de no quedarse, pues no estaban listos para ello. Por más deseos de permanecer en ese lugar, una gran fuerza los empujaba fuertemente de regreso. El regreso al cuerpo se produce como un shock en la persona, ya que además de regresar empujados con gran fuerza, dicen sentir mucho frío y pierden todas las percepciones adquiridas. La experiencia del regreso no es traumática, aunque muchos permanecen desmayados durante determinado lapso, más bien, la experiencia otorga paz y seguridad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

tus comentarios son importantes